Por Rodolfo Schweizer, publicado en EL ANCASTI, 06/03/2017
Confirmando la realidad de que el calentamiento global afecta a todo
el planeta, los medios de prensa europeos acaban de informar que acaba
de llegar, antes de tiempo, la primavera al hemisferio norte: 26 días
antes en Groenlandia, que está en el círculo del Ártico y 22 días antes
en el oeste y centro de EE.UU. (The Guardian, 1/3/17).
Esta alteración de la naturaleza no debe tomarse ligeramente. Una
primavera adelantada afecta la salud humana ayudando en la aparición
temprana de insectos como mosquitos y alargando la temporada del polen.
También las plantas se pueden ver afectadas por alguna helada tardía o
una extensión del verano con el consiguiente peligro de que las afecte
una sequía. Además, una planta florecida antes de tiempo altera la
relación natural entre la planta florecida y los pájaros, abejas y
mariposas migrantes. Esta alteración del ritmo no solamente afecta su
alimentación, sino que impide la polinización, algo fundamental para que
la planta complete su ciclo. En suma, no hay nada de que alegrarse por
estas alteraciones del ciclo vital de la naturaleza.
Esta información se complementa con otras que dicen que 2016 fue el
año más caliente desde que se tiene record. Con ello, el siglo XXI ya
registra en su haber el tener los 16 días más caliente de la historia
hasta aquí registrada.
El mejor ejemplo de este problema lo dio hace pocos días la necesidad
de evacuar, contra reloj, a unas 200.000 personas en California ante el
temor de que el segundo dique más grande de EE.UU., el Dique Oroville,
colapsara por una falla en su canal de alivio. Para los expertos, el
responsable del casi-colapso de ese dique colosal de unos 230 metros de
altura, el más alto de EE.UU., fue el diluvio (entre 150 y 200% más
lluvias que el promedio histórico) que siguió a la sequía de 5 años, la
mayor en 1.200 años de historia.
Sin embargo, este cambio que está afectando a todo el planeta,
también está alcanzando a nuestro país. En enero se dice que cayeron
unos 300 mm en Arroyo Seco, Santa Fe y unos 160 mm en el pueblo de
Ramona en la misma provincia. Un millón y media de hectáreas quedaron
bajo el agua.
En la provincia de Bs. As., La Pampa (pueblo La Adela) y Río Negro un
incendio indomable quemó un millón de hectáreas. En Humahuaca dos
pueblos fueron tapados por sendos aludes de barro, uno de ellos, Volcán,
inundado de lodo en enero pasado.
....
Nuestra región tampoco es una excepción. El calor agobiante y las
tormentas intensas que caen de golpe, dan suficientes pruebas de que ese
fenómeno es una realidad inobjetable.
Reflexión y pregunta
La nueva situación climática nos obliga a plantearnos qué pasaría en
nuestra región, zona, pueblo o ciudad si en nuestros cerros cayeran 200
mm de lluvia en unos pocos días. Esto es lo que pasó en California en
uno de esos días. La pregunta no es descabellada porque esto es lo que
está pasando en otros lugares. Sin pretender ser alarmistas, de dos
cosas estamos seguros: la primera, que creemos que no es disparatado
pensar que esta situación es posible y probable. La segunda, que no
estamos preparados ni mental, ni materialmente para enfrentarla.
Tampoco nos consta que la población sepa o tenga conciencia sobre
este tema, y ya sabemos de sobra de las limitaciones del estado para
afrontar estos desafíos que necesitan planeamiento previo.
Lo dicho nos induce a plantear ciertos temas con el objeto de invitar
a su consideración, tanto entre la población que necesita saber ante lo
que está expuesta con el cambio climático, como entre las autoridades
que tienen la obligación de prepararse para enfrentarlo. No dudamos que
los profesionales especializados en temas hidráulicos, estructurales y
climáticos están en mejores condiciones que el que aquí escribe para
aportar opiniones en este tema. Esto no invalida, sin embargo, el
derecho a plantear dudas cuando se sabe, por experiencia, que las
hipótesis iniciales de cálculo que se tuvieron en cuenta hace 50 años,
hoy no son válidas.
Para empezar digamos que, hasta donde sabemos, los datos históricos
para Catamarca informan de unos 450 mm de lluvia por año, con meses de
máxima, como enero, con unos 80 mm de promedio. Dada la nueva situación,
creemos que sería razonable hacer una evaluación técnica de nuestras
obras hidráulicas para una nueva hipótesis que las autoridades en el
área hídrica deben definir. Dada la reciente experiencia en Santa Fe,
suponer una tormenta de 200 mm en un corto tiempo no es irrazonable.
Este estudio no solamente debería involucrar a los diques, sino también
a los cauces de desagüe, de drenaje de tormentas urbanas y rurales, más
las obras de irrigación. Veamos algunos puntos.
1. La vejez de los diques. No podemos menos que coincidir con los
conceptos de los técnicos californianos cuando expresaron su
preocupación ante las condiciones que deben enfrentar obras hidráulicas
diseñadas y construidas en base a datos climáticos de hace medio siglo
atrás.
...
2. El estudio de los efectos del cambio climático no se debe limitar a
la evaluación de nuestros diques ante las nuevas condiciones
climáticas, sino que debe extenderse al estado del cauce de descarga de
los mismos. Una simple mirada al cauce del Río del Valle aguas abajo de
Pirquitas y en su paso por la ciudad revela su estado de total abandono.
Es fácil darse cuenta de que sus bordes indefinidos, pasibles de
derrumbes, más los matorrales y árboles a lo largo y ancho del cauce y
que una creciente podría arrancar, puede terminar creando un
endicamiento y un desborde ante una tormenta excepcional.
Sin embargo, esto no significa que se deba arrasar salvajemente con
la vegetación que crece en el embancamiento del cauce. Esa vegetación no
solamente ayuda a estabilizar el terreno al disminuir la velocidad de
escurrimiento del agua, sino que hace de filtro absorbente de los
contaminantes naturales y de los que produce la actividad humana. Además
sirve de sostén a la vida silvestre. Lo que se necesita es establecer
un manejo y control para evitar que ese espacio sea visto como tierra de
nadie. Esta nefasta visión ha llevado a que en su cauce natural se
construyan viviendas precarias y se lo use como vertedero de basura o
como fuente de áridos para la construcción.
Lo que aquí proponemos es la parquización de los márgenes de cauces
urbanos como el del Río del Valle, lo que puede complementarse con la
creación de espacios recreativos para la población y para actividades
deportivas. Catamarca podría tener incluso un hermoso enlace vial y
pedestre entre Tres Puentes y la Avenida Acosta Villafañe en caso de
construirse esta posibilidad que la naturaleza le brinda.
Demás está decir que esta preocupación que aquí señalamos como una
probabilidad que merece atenderse con tiempo, también alcanza a los
pueblos del interior, sus drenajes y los cauces que corren en sus
cercanías. Bueno es recordar lo que pasó en Bañado de Ovanta hace pocos
años, cuando los árboles arrastrados por el cauce del río terminaron
atascados en el puente de la Ruta 64 creando con ello un dique que
derivó las aguas hacia el mismo pueblo.
3. La experiencia del dique Oroville no por lejana no deja de enseñar
otra lección. Nos referimos aquí a la necesidad de tener bien diseñado
el manejo de la parte humana en caso de desastres naturales. O sea, ¿qué
hacer con la población aguas abajo de un dique en caso de una
emergencia? ¿Cómo avisarle? ¿A dónde evacuarla? ¿Qué cuidados brindarle? ...
4. Los efectos del calentamiento global y de una tormenta histórica
deben también abarcar el manejo de la evacuación del agua en el casco
urbano. Nos preguntamos aquí que pasaría si a una ciudad como Catamarca,
ubicada en el faldeo de los cerros que la rodean, le caen de golpe 200
milímetros de agua o más, tal como ocurrió en la provincia de Santa Fe
hace poco. O si al Tala y su cuenca le cae ese mismo milimetraje de agua
en lluvia, en 48 horas. Dejamos para la imaginación lo que puede pasar
en los barrios nuevos al costado del Ongolí.
Obviamente, las bocas de tormenta existentes no darían abasto y las
calles en bajada se transformarían en ríos. Habiendo vivido arriba en la
Sanchez Oviedo en los 80, cuando todavía no era pavimentada, creo saber
algo por propia experiencia. ¿Quien no recuerda el barrial y el
pedrerío de todo tamaño depositados en la esquina de Rivadavia y Güemes?
A simple vista se puede intuir que arroyos urbanos canalizados como
el Fariñango difícilmente podrían controlar un caudal en velocidad
producido por una lluvia de la magnitud que hablamos. No resultaría
extraño que alguna de sus placas laterales o su fondo de hormigón se
rompieran, se desprendiera en algún sector o se desencajara y se los
llevara el agua. Obviamente, una situación como la descripta causaría un
desastre en sus márgenes.
5. Con respecto al manejo del agua de drenaje causada por una lluvia
bueno es recordar que esa agua que circula por las calles arrastra
aceite de automóviles y otros contaminantes que es necesario controlar
lo mejor que se pueda. La forma de mitigar en boga en los países
"desarrollados” es usando suelos porosos en espacios verdes, tales como
plazas, parques, parterres, veredas con canteros para césped, etc., que
favorezcan que el agua sea absorbida por el terreno, en vez de correr
por el asfalto e irse hacia las bocas de tormenta.
Esta solución es por demás importante para Catamarca, que está en
zona árida y necesita preservar las vías naturales de alimentación de su
acuifero. Más aún ante las políticas un tanto inconscientes que
favorecen un crecimiento demográfico descontrolado en el valle. Ciudades
como Los Angeles en EE.UU. y otras ya tienen calles asentadas sobre
piedras compactadas que canalizan el agua hacia el subsuelo en vez de
dejar que corran hacia un río o el mar. El tema es aprovecharla
guardándola en el acuífero, no desperdiciarla.
6. Lo personal. El calentamiento global, si bien en parte es producto
de las oscilaciones climatológicas del planeta, también tiene un
componente humano: el anhídrido carbónico que directa o indirectamente
generamos con nuestro estilo de vida.
...
Por lo tanto, de usted y su estilo de vida depende que el proceso del
calentamiento global no empeore. A mayor consumo, mayor calentamiento.
Conclusión
Sin la pretensión de ser alarmista, hemos expuesto lo que pasó con
una obra maestra de la ingeniería hidráulica en California, el dique
Oroville, con la intención de ilustrar los peligros del calentamiento
global. Lo que pasó allí demuestra las limitaciones, razonables por
supuesto, que acompañan a todo proyecto de ingeniería. Una obra como un
dique no se calcula para que aguante lo que venga y dure una eternidad,
sino para ciertas condiciones climatológicas locales, apoyado con datos
precisos recogidos a lo largo de varios años.
Nuestros diques no fueron ni son la excepción.
Esto aplica para todo tipo de obra que implique un servicio público.
La experiencia que nuestro país está viviendo a lo largo de estos
años, con inundaciones y sequías alternadas en nuestra región, son
mensajes de la naturaleza por demás claros que no podemos pasar por
alto. Por lo tanto es responsabilidad de la sociedad y los gobiernos
tomar conciencia y definir cómo se afrontarán estos desafíos que el
cambio climático nos presenta.
http://www.elancasti.com.ar/info-gral/2017/3/6/sociedad-cambio-climatico-327943.html
Información sobre la Cuenca hidrográfica del Río Salí-Dulce (provincias de Salta, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba - República Argentina), con especial énfasis en la Cuenca del Río Salí y el Embalse de Río Hondo (cuenca Superior del río Salí-Dulce).
Sitio no oficial: el sitio web del comité de cuenca es http://www.cuencasalidulce.gov.ar
Proyecto colectivo. Administrado por P.Aoki
Knowledge base on the Upper Sali-Dulce river basin (Argentina)
Informationen über die Sali-Dulce Einzugsgebiet (Argentinien)
lunes, 6 de marzo de 2017
Sociedad y Cambio Climático
Etiquetas:
CATAMARCA,
infraestructura,
inundaciones,
obras
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